La Alberca
Fundación Andaluza de Familia y Enchufados
La Faffe es el chiringuito que mejor ilustra una época triste de clientelismo y aristocracia partidista en Andalucía

Los tarjetazos del jefe en los burdeles eran sólo un coletazo chusco del desmadre de la Faffe, aquella fundación opaca que se creó en la Junta de Andalucía en los tiempos de los ERE para hacer como Ábalos con Jésica. Ya ha sido condenado un ... exalcalde de Lebrija por cobrar sin ir a trabajar, lo que debe alertar a Sánchez y a su hermanísimo de que cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar. El aquelarre andaluz supuso la creación de una aristocracia partidista que ha vivido durante años bajo el paraguas del dinero público. Fue un sistema nepotista dirigido por caciques que imponían su ley desde las administraciones para privilegiar a afines y denostar a quienes no formaban parte de la inmensa red clientelar montada pueblo a pueblo, provincia a provincia. Los casos de presuntas compras de votos en Huévar y en Albaida del Aljarafe son el ocaso de un proceso de degeneración que se basó en la supremacía socialista mal entendida. Digamos que el PSOE confundió su hegemonía electoral con la omnipotencia. Y fue degradándose de manera descontrolada hasta pudrirse en los chiringuitos que el propio partido había montado para dar cobijo y guarida a toda su tropa. Y siete años después de la caída, los tribunales continúan levantando las alfombras de una época demasiado triste para Andalucía. Aquel socialismo inspirador que trajo la Transición acabó descomponiéndose por su propia endogamia. El listado de trabajadores de la Faffe es la prueba final.
La Guardia Civil acaba de revelar que los más de 80 enchufados de esta fundación recibían sobresueldos. La gravedad de este descubrimiento es difícil de baremar. Porque no les bastaba con colocar de manera irregular, arbitraria y descarada a familiares, militantes y amigos, sino que además les pagaban más que a los pocos trabajadores que habían conseguido entrar en los procesos públicos de selección. Es decir, además de quitarle el puesto a andaluces que tenían las capacidades acreditadas, los contribuyentes pagamos sus salarios inútiles y aparte unos sobresueldos. Bastaba con tener sangre socialista para disfrutar de esta fantástica prebenda. Los correos aportados por la Guardia Civil en los que se ordenaban los enchufes a familiares son tan bochornosos que dan grima, vergüenza y asco a la vez. Pero sobre todo revelan una forma de entender la vida pública que supone un atentado contra el progreso. Progresar es garantizar que todos tengamos las mismas oportunidades sin distinción de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social —artículo 14 de la Constitución—, incluida la pertenencia a un partido político. La Faffe fue la Fundación de Familia y Enchufados, un agujero negro en la declaración de la renta de los andaluces. No hay excusa decente. Nadie sabe cuáles fueron sus beneficios para la sociedad. Lo único que sabemos ya es que los enchufados estuvieron el tiempo suficiente como para que ahora sea ilegal echarlos. Enhorabuena. Mañana, cuando suene el despertador, recuérdelo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete