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El deporte no daña el suelo pélvico por sí mismo, pero sí que puede sobrecargarlo si no sabes cómo funciona

La fisioterapeuta Irene Fernández Centellas, especializada en salud de la mujer, desmonta algunos falsos mitos sobre este sistema de estabilización del cuerpo y explica cómo protegerlo

Esto es lo que hace que tengas estreñimiento sin que te dés cuenta

Una mujer, practicando un ejercicio de puente de glúteos. freepik
Raquel Alcolea

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Aunque cada vez se conocen más los beneficios de mantenerse activos y de incluir el ejercicio físico en el día a día, aún existen dudas sobre la conveniencia o no de realizar determinadas prácticas si se tiene el suelo pélvico debilitado, ya sea por embarazo, parto, cirugías, menopausia, estreñimiento o incluso por un entrenamiento mal adaptado. La clave es, como explica la fisioterapeuta, PNI especializada en salud de la mujer y formadora en Femenineflow, Irene Fernández Centellas (@irenefernandezcentellas), es que si se quiere entrenar teniendo el cuenta el suelo pélvico es importante conectarlo, observarlo e integrarlo en el movimiento. «Entender cómo funciona y cómo se adapta al esfuerzo puede marcar la diferencia entre avanzar o lesionarse», aclara.

Por eso la experta explica que, antes de nada, conviene saber que el suelo pélvico no es un músculo pasivo que se activa solo con los famosos ejercicios de Kegel, sino que, como recuerda, es una red de músculos, fascias y ligamentos que cierra la base de la pelvis «como una hamaca viva». «Sostiene los órganos pélvicos (vejiga, útero y recto) y participa en el control de esfínteres, influye en la postura, interviene en la estabilidad central y responde a los estímulos sexuales», aclara.

Forma parte, por tanto, de un sistema de estabilización profunda que, como explica la fisioterapeuta, trabaja en equipo con el diafragma, el transverso abdominal y los multífidos. De hecho su función está modulada por factores como la postura, la respiración, la presión intraabdominal, el estado hormonal o incluso las emociones.

Así, cuando este sistema se altera (por embarazo, cirugías, menopausia, estreñimiento o malos entrenamientos) pueden parecer síntomas como la incontinencia (de orina, gases o heces), la sensación de peso vaginal o prolapso, dolor en las relaciones sexuales, disminución de la sensibilidad, reducción de la respuesta orgásmica y dificultad para gestionar la presión abdominal al entrenar.

¿El deporte daña el suelo pélvico?

Como aclara la fisioterapeuta el deporte no daña el suelo pélvico por sí mismo, pero sí que puede sobrecargarlo si no está bien adaptado. «Saltos, impacto, cargas excesivas sin control, apnea o una mala gestión de presiones internas pueden llevar al fallo del periné», apunta. Por eso la experta recuerda que la clave no está en prohibir movimientos, sino en personalizarlos.

En este sentido la fisioterapeuta plantea que una valoración funcional del suelo pélvico y del 'core' profundo permite saber cómo responde el cuerpo al esfuerzo y cómo integrar una activación eficaz en el ejercicio.

Las hormonas también entrenan

Una característica particular e importante del deporte femenino es su relación con las hormonas. El cuerpo de la mujer no es el mismo todos los días, pues el ciclo menstrual influye en la energía, en el umbral del dolor, en la coordinación o incluso en la elasticidad de los tejidos perineales.

También cambian las necesidades en el embarazo, en el posparto o en la menopausia, incluso si existe alguna condición particular como la endometriosos, el dolor pélvico crónico o el síndrome del ovario poliquístico (SOP).

En este sentido la experta propone que el hecho de adaptar el ejercicio al momento hormonal no es limitarse, sino optimizar su salud y el rendimiento.

Por último la experta recuerda que entrenar no debería doler, ni provocar escapes, ni alejarnos del cuerpo, sino que debería ayudar a reconectar, regular las hormonas, mejorar la función sexual y ganar fuerza física y vital. «El suelo pélvico no es una limitación. Es una base. Una guía. Un centro de poder», concluye Fernández Centellas.

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