Los cardenales cierran el pre-cónclave mostrando unidad en un mensaje por la paz
Con todos los purpurados por testigos, se ha roto el anillo del pescador que él usaba y el timbre de plomo con el que sancionaba sus grandes documentos
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Los cardenales han cerrado el pre-cónclave con un sólido gesto de unidad, un mensaje para el próximo Papa y con intervenciones un poco más explícitas sobre cómo quieren que sea el futuro de la Iglesia católica. Además, han concluido simbólicamente el Pontificado del Papa Francisco, pues con todos los purpurados por testigos, se ha roto el anillo del pescador que él usaba y el timbre de plomo con el que sancionaba sus grandes documentos.
La funcionaria vaticana encargada de hacerlo ha usado un punzón para deformar el dibujo del anillo. Lo cierto es que sorprende que el Camarlengo haya tardado tanto en disponer que sean anulados, pues la constitución que gobierna la Sede Vacante establece que «en una de las Congregaciones inmediatamente posteriores (al fallecimiento del Papa), los Cardenales deberán tomar las decisiones más urgentes para el comienzo del proceso de la elección, es decir (…) cuidar que sean anulados el Anillo del Pescador y el Sello de plomo, con los cuales son enviadas las Cartas Apostólicas». Kevin Farrell ha esperado desde el 21 de abril hasta este martes y el gesto se ha cumplido ante los cardenales que participaban en la «congregación general».
A esta misma reunión, la última del pre-cónclave, asistieron 173 cardenales, de los cuales 130 electores, e intervinieron 26 purpurados. Según el portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, que hace un resumen descriptivo en su comparecencia ante la prensa, «entre los principales temas que surgieron destaca la conciencia de que muchas de las reformas promovidas por el Papa Francisco necesitan continuidad, como la lucha contra los abusos, la transparencia económica, la reorganización de la Curia, la sinodalidad, el compromiso por la paz y el cuidado de la creación». «La responsabilidad de la Iglesia en estos ámbitos es profundamente sentida y compartida», aseguró Bruni, para subrayar que en este ámbito hay consenso entre los electores.
También dijo que «un tema central de la reflexión fue el de la comunión, señalada como vocación esencial para el nuevo Pontífice», en la idea de actuar como pontífice o constructor de puentes entre sensibilidades diferentes. «Se esbozó el perfil de un Papa pastor, maestro de humanidad, capaz de encarnar el rostro de una Iglesia disponible ante las necesidades y heridas de la humanidad. En tiempos marcados por guerras, violencia y fuertes polarizaciones, se siente con fuerza la necesidad de un guía espiritual que ofrezca misericordia, sinodalidad y esperanza», continuó Bruni.
El cónclave más numeroso y disperso de la Historia, con 133 cardenales de 70 países, no quiere parecer el más dividido, y cerró sus conversaciones con una declaración unitaria oficial para pedir un alto el fuego
«Algunos discursos de los cardenales abordaron cuestiones canónicas, reflexionando sobre el poder del Papa», quizá porque sectores de la Iglesia solicitaban mayor rigor jurídico a las decisiones de Francisco. «También se abordó la cuestión de las divisiones en el seno de la Iglesia y de la sociedad y cómo los cardenales están llamados a ejercer hoy su papel en relación con el Papado», una mención indirecta probablemente a los cardenales que a lo largo de estos años con documentos llamados «dubia» pusieron en duda públicamente la ortodoxia de algunas decisiones del Papa Francisco.
También un purpurado solicitó que se mantenga la Jornada Mundial de los Pobres instituida por Francisco para «reconocer la presencia viva de Cristo en los pobres y recordando que la verdadera realeza del Evangelio se manifiesta en el servicio»; otro solicitó que se celebren «encuentros del Colegio Cardenalicio con ocasión de los consistorios»; uno mencionó a «los mártires de la fe, especialmente en aquellas tierras donde los cristianos sufren persecución o están privados de libertad religiosa»; y otro pidió incluir «entre las urgencias pastorales el cambio climático, reconocido como un desafío global y eclesial».
El cónclave más numeroso y disperso de la Historia, pues participan 133 cardenales de 70 países, no quiere parecer el más dividido, y cerró sus conversaciones con una declaración unitaria oficial para pedir «un alto el fuego permanente y el inicio de negociaciones que conduzcan a una paz justa y duradera» en todos los conflictos en curso -aunque sólo mencionaba la guerra en Ucrania y en Oriente Medio-; y que las partes implicadas -curiosamente no se limita a las partes en conflicto- respeten «la dignidad humana y el bien común».
Algunos observadores consideran que el texto podría interpretarse como el deseo de que el próximo Papa sea un diplomático, quizá Pietro Parolin. Para otros, al contrario, era una confirmación de que el próximo Pontífice será un pastor, pero tendrá en cuenta estas cuestiones.
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Los cardenales electores que lo deseen ya esta noche pueden cenar y dormir en Casa Santa Marta, adonde a todos se les espera mañana a primera hora. Tienen cita para este miércoles a las 9:15 en la basílica de San Pedro, donde celebrarán una misa por la elección del Papa. La hora de la verdad empieza a las 16:30, cuando entrarán en la Capilla Sixtina y comenzarán a votar.
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