Vivimos como suizos
A su casa viene
No hay mucha novedad en que paguemos prostitutas, hay más novedad en la corrupción política legal
Otra teoría
¿Democracia o intervención?
Lo que pasa ahora y tantas veces en la política o en la prensa me lleva a clavar en la pared la frase de Daniel Patrick Mohynihan: «Todos tienen derecho a tener su propia opinión, pero no a tener sus propios hechos». Sí tenemos derecho ... a nuestra propia imaginación. Cuando leo y escucho que la Carlota se enrolla que te cagas pienso en sexo anal o beso negro. No es muy original, pero, no sé, teniendo en cuenta que se habla de prostitutas, esa sería una forma de enrollarse. No hay mucha novedad en que paguemos putas, hay mucha más novedad en la corrupción política de la amnistía, en tratar con Bildu como si no fueran los herederos de ETA (o en darles igual), en cargar contra jueces y periodistas, en ocupar las empresas públicas y las instituciones, en querer cambiar el acceso a la carrera judicial para mangonear o en no dar antibióticos a los perros. Los hospitales empiezan a dejar que los perros visiten a sus dueños ingresados. Una medida pensada para largas hospitalizaciones o el final de la vida. Ojalá el perro no se haya muerto porque el veterinario no pudo recetarle a tiempo el antibiótico que necesitaba.
Todo esto da igual. Ni un volquete de audios cambia algunos marcos mentales. Con la corrupción de los partidos, con la aceptación resignada, les pasa a muchos como con los embarazos no deseados de toda la vida y esa expresión de las madres y abuelas: «A su casa viene». La casa, el partido, el poder está por encima de todo. Hay que seguir con el gobierno progresista y parar a la derecha. ¿Desde cuándo toda esa retahíla de perjuicios al país es progresista? Qué va a ser progresista la amnistía. Ay, que el Ayuntamiento de Madrid no pone la bandera arcoíris. Váyanse al frenopático a hablar a sus votantes de piñón fijo y a los pensantes pero aterrorizados por la derecha. Ayer echaron a Ábalos del PSOE. Ayer. Y lo rápidos que fueron con Leguina y con Redondo Terreros.
Ser cristiano no te hace mejor persona. Ser socialista o de izquierdas, tampoco. La misma señora que acusó a Cercas de estar blanqueando el catolicismo por su libro sobre el Papa escribe que «la izquierda tiene estándares morales superiores… No es lo mismo creer en el bien individual liberal que en el bien colectivo. No es lo mismo robar cuando se cree en el 'sálvese quien pueda' que hacerlo cuando se defiende la justicia social». Amárrame los pavos. En esa bondad incluye el posicionamiento en defensa de Gaza, la convivencia recobrada en Cataluña (bueno, pone Catalunya) o las subidas del salario mínimo. ¿Para qué vamos a tirar de 'Falacias de la justicia social'' de Thomas Sowell? Del peligro de subir el salario mínimo. Las personas compran menos con precios más altos y los empresarios contratan menos mano de obra a un precio alto. Lo que no se vende (lo que no se contrata) se llama paro. Pero también tendré mis propios hechos.
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