CARTAS AL ALCALDE
La ciudad y los perros
Igual los que nos son tan sagrados son los amos, que es como decir que hay amos de raza peligrosa
Peligro, peatón suelto

Un perro de los que se archivan como raza peligrosa ha atacado a su amo. La noticia rueda por ahí, entre el susto y el asombro. Y no es incidente que sobrevenga por el apagón brutal. Yo soy paseante de la Corte, y no ... me asombro tanto, porque hay perros suficientes, por ahí, que lo mismo tienen la misma ficha del último perro homicida de los periódicos. O sea, la ficha a medio ultimar.
Quiero decir que igual están vacunados esos perros, pero no están censados, y funcionan muy a su aire y tan contentos, entre el peatonaje, sin las medidas preceptivas o preventivas (porque hay, al respecto, medidas preceptivas, o preventivas), como si fueran los bichos unos amables pingüinos de la Puerta del Sol.
Basta con darse un paseo por cualquier barrio. Me dirán los animalistas, en particular, y los frecuentadores de la mascota, en general, que los perros son sagrados, y acaso razón no les falta. Igual los que nos son tan sagrados son los amos, que es como decir que hay amos de raza peligrosa. Más o menos.
Dirá usted, alcalde, que por qué le concierne a usted que haya amos que no merecen a sus perros, más peligrosos, o menos. Pues verá usted, le concierne en que uno intuye que la preceptiva respecto a los perros se cumple más bien poco, una mitad por descaro o desidia de los dueños, y otra mitad por alegrías del consistorio, que tampoco aprieta el bozal, o la norma. Eso, y que en la ciudad sólo se multa al dueño que deja que su perro defeque en la vía pública, sin la higiene prescrita, y eso sí se multa. Aunque no tanto.
Nunca se ha hablado del orín de los perros, por ejemplo, que es de libre albedrío, un asunto que en otras ciudades de Europa sí se vigila. Madrid tiene más de 400.000 perros censados, rotweiller arriba, o abajo, y todos vienen a desaguar lo íntimo tres veces al día. De modo que a la semana nos salen ocho millones largos de meadas de perros que serán muy chulos y muy leales, pero que van, levantan la patita y orinan infaliblemente, a menudo donde no toca.
Se ve en cada perro que hay responsabilidad obvia y principal del propietario, pero igual no sobra que se abran nuevas normativas públicas que nos mejoren la vida a todos.
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