La Catedral de Santiago recupera «el coro soñado» por Notre Dame
Una reconstrucción virtual restaura a su plenitud una obra «fundamental» del Maestro Mateo
El arte de revivir instrumentos de miles de años

Ni ochocientos años más tarde debe darse un tesoro por perdido. Lo está demostrando KosmoTech_1200, un laboratorio que aúna bajo el mismo paraguas la tecnología de vanguardia y la investigacion histórico-artística para reconstruir modelos virtuales de diferentes monumentos, y enfoca en la Catedral ... de Santiago su vía de estudio principal. Y este martes desveló la joya de la corona de su trabajo: la recreación del Coro del Maestro Mateo, el «único testimonio documental» que existe actualmente de la emergencia de la polifonía. Porque, a finales del s. XII, vio la luz una escuela en Notre Dame (París, Francia) que empezó a explorar las configuraciones corales con voces complejas, contrastadas. Pero, destacan los investigadores del proyecto, su coro «soñado» se construyó en Santiago, a manos de estudiosos compostelanos afines a aquella escuela parisina, y su existencia se documenta «no en un manuscrito francés, sino en el Códice Calixtino».
Presentaron el proyecto Francisco Prado-Vilar, Anxo Miján Maroño, Alexandre González Rivas y Carlos Paz de Lorenzo. Según relataron, la idea cobra impulso en 2021, cuando aparecen nuevas piezas del Coro que expanden su complejidad e interés, como relieves de escenas clásicas que se representaban teatralmente en algunas liturgias. O las estatuas de unos jóvenes interpretando un concierto vocal comandados por el rey David –compositor de los salmos que recitaban– y empleando de distintas maneras la mano guidoniana, un sistema nemotécnico medieval para leer música a simple vista, usando gestos. Otro apartado importante, pues: la estructura alberga, «petrificado, el registro de una tecnología tan importante», pero de la escasean ejemplos anteriores al Renacimiento.
Como un rompecabezas
Para crear el modelo, el equipo extrajo modelos fotogramétricos ya existentes de las diferentes piezas y los reorganizó en una nueva disposición en la que «todo encaja». Porque el más reciente, propuesto por Ramón Otero Túñez y Ramón Yzquierdo Perrín en 1990, presentaba varios problemas. El primero, que las medidas reales de la Catedral difieren de las que toma como base. El segundo, que ubica dos de los sitiales principales detrás de pilares, dejándolos ocultos –siendo además uno el del arzobispo–, lo que presenta «poco sentido práctico»; y los hace todos más pequeños que los tronos regulares –incluyendo el del maestro cantor y el del deán–, quebrando la disposición jerárquica. Además, la escalera de acceso es muy estrecha –afinándose hasta los 40 cm–, lo que impediría una circulación normal. Y el mismo problema lo presenta la Vía Sacra, demasiado angosta para acoger procesiones litúrgicas.
La solución propuesta toca todos estos palos. Las dimensiones propuestas «son exactas, cuadran por láser»; los sitiales próximos a la Vía Sacra se ubican más cerca del altar, liberándolos del enterramiento; se conciben del mismo tamaño que los demás; y la propia Vía Sacra se vuelve «más ancha y practicable», con una arcada renovada que deja un espacio para una lámpara de aceite en el que, además, podrían representarse ciertas escenas religiosas.
A mayores, el nuevo modelo gana superficie de uso para la tribuna y suma espacios laterales donde antes se concebía un muro ciego, resultando en un coro «más abierto». La propuesta también devuelve su policromía a las piezas, restaurándolas a todo color, y recrea el mobiliario y la iluminación circundante en base a manuscritos históricos, como el Tumbo de Toxos Outos, que representa el espacio con sus colores originales.
«La cuna de la polifonía»
Más que un mero lugar para el canto, el Coro del Maestro Mateo conforma «un espacio fundamental de la Catedral», además de representar «la cuna de la polifonía» en todo el mundo. En su auge, sostenía un complejo «entramado sociológico»: reunía a la jerarquía eclesiástica, pero también era admirado por los visitantes, especialmente cuando se convertía en escenario de las diferentes representaciones litúrgicas. Incluso lo frecuentaron trovadores que posteriormente iniciarían escuelas propias, abunda el equipo investigador.
La labor está hecha, pero no tiene por qué ser el final. A preguntas de los periodistas, los expertos ponderan sobre los límites que podría tener una reconstrucción más profunda. «Con el avance de la tecnología todo es posible», hasta «volver a habitar» monumentos perdidos, y una vía de trabajo podría ser la creación de un recorrido de realidad virtual para experimentarse en la Catedral. Pero, incluso, no sería descabellada una «rematerialización completa» de un coro que «en Notre Dame soñarían con tener». Está por ver hasta dónde llegará, pero, por el momento, el proyecto tratará de «implicar a toda la ciudadanía» y se concibe como el primer paso para posibles futuras iniciativas de divulgación cultural: desde la creación de música por niños y jóvenes hasta la de nuevas herramientas terapéuticas.
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